Como broche de oro a las vacaciones estivales me apunto a la subida a Monte Perdido con Miguel, José y Ramón. Dejamos el coche en Torla, en verano no se puede acceder al Parque de Ordesa en vehículo propio (hay un servicio muy continuado de autobuses por 4,5 € ida y vuelta).
Después de comer, sin siesta y para hacer bien la digestión, cargamos las pesadas mochilas y empezamos a subir hacia el refugio de Góriz. Siguiendo el curso del río Arazas pasamos por variadas y preciosas cascadas, como las Gradas de Soaso y Cola de Caballo. La visión del Valle de Ordesa a medida que vamos ganando altura es espectacular. Salvamos el tramo delicado de las Clavijas equipado con cadenas y clavos para asegurarse y evitar caidas. La zona de refugio de Góriz está saturada de tiendas de campaña (hace meses que no había disponibilidad de plazas en el refugio), así que decidimos subir un poco más arriba para instalarnos en una zona herbosa con unas vistas de película al atardecer. La luna nos mira curiosa mientras cenamos y el cielo se empieza a sembrar de estrellas. Antes de irnos a dormir Miguel nos da una clase de astronomía para buscar el norte siguiendo la figura del carro.
Al amanecer emprendemos la etapa final a la cima del Monte Perdido, el día es espléndido y las vistas son espectaculares. IMPRESIONANTES.
Subimos a buen ritmo, al llegar al Lago Helado (que no estaba helado), desde donde se divisa en todo su esplendor la terrible tartera de La Escupidera, cuando hay hielo en esta zona se convierte en una de las zonas de más accidentes de los Pirineos. Una vez en el collado ya solo nos queda un suspiro para llegar a la cima del Monte Perdido. Es una maravilla, la visión del Valle de Ordesa, Cañon de Añisclo, Valle de Pineta, Vignemale, Tucarroya, Cilindro, Posets,....
Mar de nubes y montañas emergiendo,...Vaya regalo para los sentidos.
Al bajar al collado nos asomamos para ver el Glaciar de Monte Perdido y el Lago Helado de Marmoré, (todavía está fresco en mi memoria la travesía que hice con Mª José hace más de 20 años por estos lugares).
Bajamos con precaución la Escupidera, ahora sube mucha gente hacia la cima (muchos franceses y vascos). Recogemos el material de acampada y vamos bajando hasta las gradas de Soaso para lavarnos y refrescarnos en el río, (Miguel es el único valiente que se baña en las frías aguas).
Han sido dos días intensos de alta montaña disfrutando de un paisaje único y de una buena compañía.
La semana que viene volveremos al trabajo pero los momentos vividos perdurarán en nuestra memoria para siempre.
Después de comer, sin siesta y para hacer bien la digestión, cargamos las pesadas mochilas y empezamos a subir hacia el refugio de Góriz. Siguiendo el curso del río Arazas pasamos por variadas y preciosas cascadas, como las Gradas de Soaso y Cola de Caballo. La visión del Valle de Ordesa a medida que vamos ganando altura es espectacular. Salvamos el tramo delicado de las Clavijas equipado con cadenas y clavos para asegurarse y evitar caidas. La zona de refugio de Góriz está saturada de tiendas de campaña (hace meses que no había disponibilidad de plazas en el refugio), así que decidimos subir un poco más arriba para instalarnos en una zona herbosa con unas vistas de película al atardecer. La luna nos mira curiosa mientras cenamos y el cielo se empieza a sembrar de estrellas. Antes de irnos a dormir Miguel nos da una clase de astronomía para buscar el norte siguiendo la figura del carro.
Al amanecer emprendemos la etapa final a la cima del Monte Perdido, el día es espléndido y las vistas son espectaculares. IMPRESIONANTES.
Subimos a buen ritmo, al llegar al Lago Helado (que no estaba helado), desde donde se divisa en todo su esplendor la terrible tartera de La Escupidera, cuando hay hielo en esta zona se convierte en una de las zonas de más accidentes de los Pirineos. Una vez en el collado ya solo nos queda un suspiro para llegar a la cima del Monte Perdido. Es una maravilla, la visión del Valle de Ordesa, Cañon de Añisclo, Valle de Pineta, Vignemale, Tucarroya, Cilindro, Posets,....
Mar de nubes y montañas emergiendo,...Vaya regalo para los sentidos.
Al bajar al collado nos asomamos para ver el Glaciar de Monte Perdido y el Lago Helado de Marmoré, (todavía está fresco en mi memoria la travesía que hice con Mª José hace más de 20 años por estos lugares).
Bajamos con precaución la Escupidera, ahora sube mucha gente hacia la cima (muchos franceses y vascos). Recogemos el material de acampada y vamos bajando hasta las gradas de Soaso para lavarnos y refrescarnos en el río, (Miguel es el único valiente que se baña en las frías aguas).
Han sido dos días intensos de alta montaña disfrutando de un paisaje único y de una buena compañía.
La semana que viene volveremos al trabajo pero los momentos vividos perdurarán en nuestra memoria para siempre.